El 2 de febrero de 1921 en la oficina salitrera San Gregorio, un grupo de trabajadores reciben la noticia del cierre del establecimiento, sin embargo en vez de retirarse de las instalaciones deciden permanecer a la espera del pago de un desahucio (especie de finiquito) por parte de la casa Gibbs, dueña de la salitrera.

Luego, una tropa de 20 fusileros liderada por un oficial veinteañero, Buenaventura Argandoña, llega al lugar. Preocupados, los trabajadores permanecieron y convocaron a sus compañeros, consiguiendo que 1300 personas, se concentraran el mediodía del 3 de febrero, insistiendo en el pago de su finiquito. Esto motivó la llegada de refuerzos para la tropa.

El 3 de febrero, y luego de un frustrado intento de embarcar a los trabajadores en tren hacia Antofagasta, se realizó una “concentración para escuchar a los dirigentes, los que reclamaron la cancelación del desahucio y reafirmaron la decisión de no abandonar la oficina mientras la Casa Gibbs (propietaria de las compañías) no se comprometiera a pagar” (Floreal Recabarren Rojas.- La matanza de San Gregorio, 1921: Crisis y tragedia; LOM, 2003; p. 69).

A las 5:30 de la tarde, el jueves 3 de febrero,  los trabajadores reunidos se presentaron al administrador de la oficina Daniel Jones, que estaba acompañado por el Teniente Argandoña del Regimiento Esmeralda y del Teniente Gainza, del destacamento de Carabineros.

Antes de llegar a la oficina de la administración, el teniente Argandoña dio orden de : ¡Alto! A los trabajadores, quienes juzgando irracional y aludiendo aparentemente a un estado de ebriedad del Teniente Argandoña,  no aceptaron detenerse.

Entonces el teniente Gainza, dio orden de : ¡Fuego! y Argandoña secundó el llamado, disparando al grupo de trabajadores, 20 soldados y 8 carabineros hicieron blanco en los trabajadores; mientras los trabajadores enardecidos por sus colegas ultimados por las armas se abalanzaron sobre las tropas, provocando disparos en retirada.

En el fragor de lo que ya constituía una masacre y al calor de los muertos, heridos, pólvora y sangre, los trabajadores lincharon al teniente Argandoña, al cabo Faúndez y al administrador Daniel Jones.

Se cifró entre 60 y 80 los trabajadores fallecidos en la masacre y más de 100 heridos.

Muchas versiones coincinden en que  se torturó a varios de los trabajadores posteriormente encarcelados (Floreal Recabarren Rojas.- La matanza de San Gregorio, 1921: Crisis y tragedia; LOM, 2003; p. 85 y archivo CEM). El Gobierno decretó estado de sitio y censura de comunicaciones para la provincia (ver Ibid.; p. 88). Se condenó con largas penas de cárcel a varios de los líderes del movimiento. Y, por último, se libró de todo juicio a los soldados y carabineros que participaron en la masacre.